Cuando hablamos de duelo, solemos asociarlo con pérdida. Y es cierto, duelo es sinónimo de pérdida. ¿Pero qué tipo de pérdida? Porque duelo no sólo es por el fallecimiento de un familiar o persona importante en nuestra vida. Realmente el duelo abarca varios tipos de pérdida…ya sea una ruptura de pareja, pérdida de la independencia derivado de una enfermedad, amputación de una parte del cuerpo…
En todas las situaciones surgen una serie de emociones, pero a su vez atravesamos por diferentes etapas (o no necesariamente). Estas etapas son las siguientes ( según el modelo de Kübler Ross):
1. NEGACIÓN: “Estoy bien”, “esto no me está ocurriendo a mí”. Es un mecanismo de defensa que suele ser temporal tras la pérdida.
2. IRA: “¿Porqué me tiene que ocurrir a mí?”, “¿qué he hecho mal?”. Sentimiento de rabia ante la situación, suele ir a continuación de la etapa d negación. Cuando nos damos cuenta de la pérdida y sentimos ese dolor por la pérdida. Haciéndonos ese tipo de preguntas que en verdad no tienen respuesta concreta. También rabia por la situación que la pérdida nos está haciendo pasar.
3. NEGOCIACIÓN: “Tendría que haber sido yo en lugar de ella”, ” Por favor que la enfermedad me permita acudir a la boda de mi hermana”. Es una forma que las personas tenemos de intentar cambiar ese dolor, negociar un cambio que haga más llevadero el duelo y que psicológicamente sea más llevadero.
4. DEPRESIÓN: “le echo mucho de menos” , “estoy muy triste porque ya no está conmigo”. Se podría decir que esta etapa es en la que la persona se da cuenta de la pérdida. Disminuye las actividades sociales, emocionalmente más triste, apática, llora con mayor frecuencia… Es una etapa importante, que todas las personas que atravesamos un duelo debemos pasar.
5. ACEPTACIÓN: es el momento en el cual aceptamos la pérdida. Aprendemos a vivir con la ausencia de la otra persona. Aceptar que su “ausencia”. No hay porque pasar por todas las etapas anteriores, ni tampoco necesariamente por ese orden; pero al menos la persona que atraviesa un duelo pasará por dos de ellas. La pérdida, duele, pero también nos puede servir como una llave que nos permita abrir nuevas etapas.
Y ¿qué tiene de malo recordar? Nada
Si una persona “se va”; ya se trate de una enfermedad, accidente o ruptura sentimental. Con esto no quiero decir que nos olvidemos de la persona que “se ha ido”, sino todo lo contrario. Esa persona continúa en nuestra vida, lo único que tenemos que hacer es “aprender a vivir una vida” en la cual la persona importante ya no está. Seguro que cuando acudimos a un lugar que hemos pasado buenos momentos, escuchamos una canción que nos recuerda a ella…y eso emociona.
Por lo general procuramos evitar acudir a esos lugares o incluso cambiamos rápidamente de canción o emisora para evitar que suene… ¿Pero porque evitar lugares, canciones que nos gustan? Vale la respuesta podría ser porque nos recuerda a alguien especial e importante.
Y, ¿qué tiene de malo recordar? ¿Acaso no nos vienen a la mente buenos y bonitos recuerdos? Es una etapa que hemos vivido y es agradable recordarlo con cariño, son momentos bonitos y especiales que vivimos con alguien que ha formado parte de nuestra vida, que aunque en estos momentos no estén en nuestra vida, siempre serán importantes. Pero por miedo al recuerdo lo evitamos.
La casa la llenamos con fotografías de la persona que ha fallecido, aunque el “paso” que más nos cuesta dar es: ¿qué hago con sus pertenencias? No hay fecha exacta para hacerlo, realmente se debería hacer cuando la persona esté preparada para ello. Aunque se recomienda hacer pasados entre seis meses y un año de la pérdida.
No es fácil, pero es necesario hacerlo para poder avanzar. Mantener su ropa en el armario puede ser una “falsa esperanza” de que volverá en algún momento.
Lo único que conseguimos es hacernos más daño sin quererlo. No es sinónimo de olvido, ni mucho menos; nunca podremos olvidar a la persona que hemos perdido, pero nos ayuda a la adaptación de una nueva vida si esa persona. Apoyarse en las personas que nos quieren, hablar con ellas cómo nos sentimos, reír, llorar…
No pensar “no quiero molestar”, porque no es así. Salir, viajar, disfrutar del día a día, sin sentimientos de culpa tales como: “yo pasándolo bien en esta fiesta y hace unas semanas despedí a mi padre”
¿Porqué no puedes continuar con tu vida ? ¿Qué te impide poder disfrutar?
Únicamente tus miedos y pensamientos.
Y tan solo tú eres capaz de controlarlos y de hacerles frente, para poder avanzar, y adaptarte a una nueva etapa sin esa persona